Al acabar la Guerra Civil, los vencedores pretenden legitimar su poder represaliando a todos aquellos que participaron activamente en defender la República. Es una época donde hay delatores, torturas, miedo, odio, venganza… El clima de terror propiciado por la represión franquista hará que en Madrid sean miles los detenidos. Entre ellos, trece muchachas, la mayoría menores de edad, que fueron injustamente condenadas a muerte. Al poco de ser fusiladas, una de las presas que había convivido con ellas en la cárcel, escribió un poema: “Trece Rosas han tronchado del eterno rosal…”. Trece Rosas. Así fue cómo se las conoció popularmente desde entonces. La voz del pueblo, de la tierra, de la sangre, siguió manteniendo viva esta historia y legándola.